lunes, 17 de octubre de 2011

DE MERCENARIOS A MECENAS

Nos debatimos en nuestra sociedad con el incentivo perverso de estimular nuestra solidaridad en función de nuestros logros económicos obtenidos de las más diversas maneras (lícitas o ilegales), nuestra historia patria está llena de ejemplos en este sentido, desde la usurpación de territorios, engaño a comuneros, expropiaciones ilegales, apropiación por la vía de inscripción de manifestaciones mineras del subsuelo, asignación directa de tierras por beneficios concedidos, ventas brujas con títulos adulterados, convenios usureros, aprovechamiento de beneficios estatales en forma dolosa, legados y donaciones “ a cambio de acceder al cielo”, omisiones de todo tipo apoyadas en el derecho, dispensas otorgadas por superiores jerárquicos a cambio de lealtades y contubernios, nuestros hacendados más poderosos en su mayoría son abogados o cuentan con estudios muy prestigiados para asesorarlos. La sociedad normal, (plebe o rotos) ha sido ultrajada por siglos en pos de su condición menoscabada de (flojos, revoltosos, ignorantes y carentes de un respaldo étnico en sus apellidos). En general debemos convencernos de que todos nuestros inmigrantes fueron “lo mejor que nos pudo pasar”, (esforzados, honestos, emprendedores y conscientes de que serían un aporte al país). Esta gran “familia” de allegados se multiplicó y tendió sus redes en la estructura social, (colonias, clubes, sectas o credos religiosos y/o filosóficos, fundaciones, corporaciones). Una vez logrado el objetivo (enriquecimiento) y consolidadas las posiciones sociales, pasamos a este estado de “mecenas”, en que la justificación para “donar o beneficiar” al más carenciado es “devolver en algo (material) lo que han sido bendecidos por Dios”, si además esto lo hacemos con “cargo al Estado” mejor. Una sensación de plenitud recorre a los dadivosos más aún cuando los beneficiados los tipifican como “héroes”, “santos”, “tocados por Dios” o “gentes buenas de corazón”. La Industria del “mecenas” funciona al 100% cuando se logran además atraer recursos de los mismos beneficiados (cada ciudadano que compra un producto “que ha sido seleccionado y sube su precio donde parte irá al fondo de beneficencia”). Algo está mal en nuestra sociedad Chilena, como es posible que una sociedad complaciente no se dé cuenta de este “fraude”. Nuestras culpas inconscientes de que “somos malagradecidos por lo que nos dan” nos hacen callar y bajar la cabeza en un gesto de “sometimiento” al más poderoso. Cada historia de enriquecimiento fuera de lo normal en este país está refrendada por la aplicación más brutal del lema “el fin justifica los medios”. Finalmente nos hacemos parte en este fraude cuando de acuerdo a nuestros recursos se nos invita a participar de esta “obra” y se nos dice que somos el “principal aporte”. Pobre del que no participe porque le “caerá la maldición” de ser beneficiado en algún momento de su vida con la “obra”. Este ejemplo de mecenas en la Salud lo volvemos a ver en el tema de la Educación, la reconstrucción, el desarrollo local, etc.

¿Quiénes son estos MECENAS? Busca su historia de cómo llegaron a convertirse en promotores de la “obra”.
Se nos pretende convencer de que lo privado es superior a lo público. Una campaña de desprestigio recorre todo lo que concierne al Estado. Sin embargo es a este mismo estamento el que se le exige que asuma todo lo que no renta y además debe comprometerse con el privado que lo necesita, (Banca, apoyo a la empresa productiva, crisis del agro, desastres naturales, obras públicas, educación, salud, vivienda). A esto se suma la mano de obra que incluye a todos aquellos funcionarios calificados o no que se enquistaron a través de los años en el aparato público incluyendo a todo el personal de gobierno. Es este grupo de gente la que contribuye a hacer ineficiente al Estado, ya que en la empresa privada se mide y se toman decisiones por resultados y productividad.
Recuperar la educación pública como responsabilidad del Estado pero administrada bajo parámetros de eficiencia internacionales, con profesionales formados bajo estos mismos parámetros, con remuneraciones acorde al estatus de la responsabilidad que asumen y el compromiso de perfeccionarse durante toda la vida laboral, sumado al compromiso del Estado a asignar los recursos necesarios para implementar esta tarea ineludible donde el centro de todo este esfuerzo es el desarrollo y bienestar del ser humano.
La educación no necesita de mecenas ya que sabemos que el origen de estos fue el ser mercenarios, sin ética, buscando el beneficio propio por sobre el colectivo, dañando a mucha gente en este camino de éxito bajo las reglas del mercado.

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